Soy un profesor en activo de Barcelona (España) que ya ha cruzado el ecuador de la vida profesional.
Llevo más de 31 años en el mundo de la enseñanza y hay momentos en los que, sin perder la ilusión, me siento algo desencantado, aunque no demasiado.
En demasiadas ocasiones, más que profesor parezco vigilante.
Siempre he creído y ahora más que nunca, que la família es el centro de todo. Los profesionales hacemos una labor de ayuda, pero no debemos hacer una labor de substitución.
Aunque casi siempre he ejercido una función tutorial, en algunos momentos incluso de hermano mayor o susbstituto de los padres, no creo que la situación actual sea la idónea para los niños.
He de decir que, aunque he pasado como muchos de vosotros, por el síndrome del maestro quemado, no reniego en absoluto de lo que he hecho y he aprendido. Pero siguiendo a personas de reconocido prestigio, creo que estamos demasiado maniatados como para poder educar, acompañar en la improvisación (enseñarles a enfrentarse a los retos que la vida les va a proporcionar) a los alumnos y alumnas, por lo que, a mi modo de ver, no les estamos dando herramientas de futuro.
En fin, procuraré escribir algo positivo siempre que pueda, porque sé que no estoy solo en el intento de hacer "pequeñas maravillas" diarias.